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    Nacimiento

    por Johann Christoph Arnold

    viernes, 02 de marzo de 2012

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    • samuel

      que buen libro me encanto

    Nuestro mundo se acerca a la eternidad cada vez que nace un nuevo bebé. Porque al recibir un alma inocente, estamos recibiendo a alguien de la mano misma del Creador y saber esto, cada arribo nuevo de un ser humano nos llena de alegría, – una vida de permanencia desconocida en la cual, según escribe el poeta Philip Britts, "una nueva nota sonará y un nuevo color será revelado".

    No importa la complejidad de las circunstancias del nacimiento, la mirada de franqueza de un bebé nos revela el amor y la ternura de Dios. Es como si aire celestial limpio residiera alrededor de él o ella. Sólo conseguimos maravillarnos con el milagro del nacimiento de una nueva vida, única y original, simplemente por el hecho de ser dada por Dios.

    Sin embargo, este sentido maravilloso puede desaparecer rápidamente por nuestra orientación moderna y tecnológica de ver las cosas. Mucha gente, por ejemplo, ve el nacimiento como un mero proceso biológico, y al nuevo bebé como un "producto" de la procreación. ¿Acaso la vida no es algo más que esto? Cada vez que a una pareja sin hijos – se les ha dicho que son infértiles – y tiempo después los asombra un embarazo inesperado por haber dejado su deseo en las manos de Dios, nos muestra Su gran amor y supremacía en el misterio de una nueva vida.

    Dorothy Day escribe que "inclusive el más insensible, el más irrespetuoso, se asombra por el hecho maravilloso de la creación. El nacimiento de un hijo seguirá siendo un evento espiritual y físicamente tremendo, no importa que tan cínico o casual el mundo lo pueda tratar".

    Durante la crianza de nuestros hijos debemos mantener esta actitud de asombro y reverencia. Porque en última instancia nuestros hijos no nos pertenecen – son un regalo que Dios nos ha confiado. Y si nos aferrarnos con firmeza a esta gran verdad, desearemos encausarlos para que ellos lo sigan a Él.

    Antes de casarme, yo había visto y abrazado a muchos bebés. Cada vez era un momento especial. Ver alegría en los ojos de los nuevos padres es maravilloso, sin embargo, experimentar la llegada de tu propio hijo es algo muy diferente. Nada ni nadie puede prepararte para el momento de abrazar entre tus brazos a un bebé de tu propia sangre – y de repente darse cuenta que ese bebé es tuyo, y de nadie más. La responsabilidad de criar a un niño ahora está sobre tus hombros.

    La madre debe recibir después de dar a luz una felicitación muy especial. Simplemente porque a ella le ha tocado el trabajo más duro – durante muchos y largos meses, es ella quien ha llevado al bebé y sufrido la angustia y el miedo del parto. Nosotros los padres casi nunca apreciamos todo lo que nuestras esposas han sobrellevado.

    En cada nuevo nacimiento, la vida de la madre está en peligro. Anteriormente había una expresión que decía que la mujer durante el parto pone un pie sobre el sepulcro, esto hoy sigue siendo cierto, aún con las garantías de los médicos de ser un "proceso natural". En este sentido, si todo salió bien para la madre e hijo durante el nacimiento, hay que hacer una oración especial para dar gracias a Dios por la protección que ambas vidas recibieron. Cuando nació nuestro primer hijo, al estar juntos los tres por primera vez – ahí mismo en el hospital, junto con las enfermeras y los médicos que nos habían atendido – encendimos una vela y dimos gracias a Dios.

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    Contribuido por JohannChristophArnold Johann Christoph Arnold

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