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    Malcriando al hijo

    por Johann Christoph Arnold

    viernes, 27 de abril de 2012

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    2 Comentarios
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    • mary

      Me sentí bien al leer este textos sobre la crianza de los hijos, es muy difícil su adolescencia y màs tener 2 varones con un matrimonio roto del cuàl no he podido superar todo lo que he vivido, confio en Jehová y su hijo. Gracias po sus consejos, Su amiga Mary

    • yannin

      muchas veces me es imposible no malcriar a mis hijas principalmente por el pensamiento "quiero que tengan lo que yo no tuve" y cuando llego a hacerlo y darles quizas una nalgada bien merecida me duele hasta el corazon... la verdad es bien dificil ,pero es verdad que el no tenerlo todo no nos hace peores personas ni nos frustra, al contrario no hace que valoremos lo que se gana con esfuerzo.

    La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. – Proverbios 29:15

    A pesar de que millones de niños en el mundo crecen en la pobreza extrema, la mayoría de los niños en nuestra sociedad tienen mucho más de lo que necesitan. Estamos educando a toda una generación de niños que podemos llamar malcriada. Nosotros los padres a menudo somos muy buenos para culpar el materialismo de la sociedad en general y el constante bombardeo de anuncios que nuestros hijos ven a diario. No obstante, en realidad el problema comienza mucho antes de que nuestros niños estén expuestos a cualquiera de estas presiones. En mi experiencia, los niños malcriados son producto de padres malcriados – padres que insisten siempre en conseguir lo que ellos quieren, cuyas vidas están estructuradas en torno a la ilusión de que la gratificación instantánea trae felicidad.

    Los niños se malcrían no sólo por la sobreabundancia de alimentos, juguetes y ropa, sino por satisfacer sus caprichos. Esto es bastante negativo cuando aún son pequeños, porque a medida que crecen el problema se agrava mucho más. Los niños que sienten relativa seguridad de que conseguirán lo que desean, están destinados a causar una buena pelea cuando sus deseos son negados o reprimidos, y sus demandas con rapidez pueden definir la relación entera con sus padres. ¿Cuántos padres gastan toda su energía angustiados tratando de satisfacer todo lo que piden sus hijos? ¿Y cuántos más consienten a sus hijos simplemente para mantenerlos callados?

    Los niños también se malcrían cuando se les ofrecen muchas opciones. Es cierto que los niños necesitan aprender a tomar decisiones, sin embargo ofrecerles constantemente variedad de opciones – ya sea en alimentos, sabores, bebidas o actividades – les hacemos un grave perjuicio. Los niños que tienen frente a ellos tres marcas distintas de cereal en el desayuno no son más felices que otros cuyo alimento es uno sólo. Muchas opciones causan indecisión, hábitos alimenticios melindrosos e ingratitud. De hecho, los niños necesitan límites. Cuando sus límites están claramente definidos, ellos prosperan.

    Sobre-estimular a los niños también puede malcriarlos. Aun cuando los niños deben ser expuestos a una variedad amplia de actividades para mantener su atención y estimular su imaginación, si nosotros sentimos la obligación de darles una variedad constante de nuevas emociones y experiencias, les haremos un perjuicio. Ellos deben aprender que en la vida real, hay muchas cosas que simplemente no pueden hacer o tener.

    Si les damos demasiada rienda suelta, los niños se convertirán en pequeños tiranos en el hogar y en la escuela, y a medida que crezcan, irán tan lejos como sea necesario para conseguir lo que quieren. Muy pronto serán adolescentes impulsivos y exigentes, y lo que antes era un simple descontento es ahora una rebelión incontrolable.

    ¿Cómo podemos entonces criar a nuestros hijos sin malcriarlos? Desde los Proverbios en la Biblia hasta las publicaciones de medicina moderna, la sabiduría es la misma: disciplinar al niño, establecer límites, decir "no" tan a menudo o con más frecuencia que decir "sí", y no sentir pena cuando los niños hacen un berrinche y se alejan con frustración huraña. Aunque el camino no sea fácil al principio, los niños bien disciplinados llegarán a ser adultos agradecidos, considerados y seguros de sí mismos – entretanto aquellos que obtienen lo que quieren serán inseguros, egoístas y deshonestos.

    Pablo compara a Dios con un padre terrenal, y escribe que Dios disciplina y castiga a los que ama (Heb 12:6). Si realmente deseamos amar a nuestros hijos como Dios nos ama, nosotros haremos lo mismo.

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    Contribuido por JohannChristophArnold Johann Christoph Arnold

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